lunes, 5 de enero de 2009

What went wrong?


Para empezar debo aclarar que no tengo formación religiosa alguna, pero por cuestiones sociales y geográficas que no es necesario explicar demasiado, la religión que tengo más a mano es la de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Mis padres son ateos y nunca me inculcaron ninguna creencia, nunca fui bautizada, nunca fui a catecismo, y todo lo que sé sobre esta religión (que no debe ser mucho, por supuesto) lo aprendí hablando con gente que profesa esta fe, hablando con gente que no profesa esta fe pero que sabe kilos, leyendo e investigando por mi cuenta. Así que no ofrezco ninguna garantía, y todo aquel que quiera refutar alguna de mis proposiciones, será bienvenido.

En estos últimos días he estado releyendo los Evangelios, intercalándolos con “Huckleberry Finn”, “La Duquesa de Malfi”, “Rayuela” “Ode to the West Wind” y alguna otra cosa.

Todo muy lindo. La vida de Jesús, agitada, interesante, digna del Hijo de Dios. Sus enseñanzas, discutibles unas, compartibles otras.

A partir de esta línea, le voy a pedir al lector no cristiano que aplique la Gran Coleridge: “that willing suspension of disbelief”. El lector no cristiano deberá suspender su descreimiento, reprimir su sentido crítico, contener su razón, aceptar y creerse por lo menos hasta el final del artículo que Jesús realmente existió, que enseñó y que fue un hombre muy importante para la historia de la humanidad, más allá de su condición mortal o divina, que no vamos a discutir aquí (parece que eso ya se discutió hace como mil setecientos años, en Nicea).

¿Listo? ¿Somos todos creyentes? ¿Estamos todos seguros de la existencia de Jesús? Tenemos que estar todos seguros, sino el resto del artículo se me va al carajo. Bueno, muy bien. Continuemos.

Como venía diciendo, Jesús tuvo una vida bastante agitada. Nacido de refugiados en Belén, a los pocos días ya lo venían a visitar unos supuestos reyes, trayéndole regalos carísimos. A los trece años ya andaba enseñándoles a los sacerdotes de la época (mojándoles la oreja, bah), anunciando la Buena Nueva. Veinte años más tarde, y después de haberse caminado unos cuantos kilómetros (sobre el agua, incluso) era crucificado por los soldados romanos, con la anuencia de los sacerdotes del pueblo judío y previa lavada de manos de Pilatos. De todas formas, no me interesa centrarme en el episodio de la crucifixión. Ya lo hizo Mel Gibson, y le salió sangrientamente bien.

Lo que sí me interesa son las enseñanzas de Jesús, y cómo mierda hizo la Iglesia Católica Apostólica Romana (y algunas de las protestantes) para hacer todo lo contrario de lo que su Mesías enseñó como lo bueno y lo verdadero, y seguir llamándose seguidores de Jesús.

Por ejemplo, en el Evangelio según San Mateo, en las Bienaventuranzas, Jesús dice, entre otras cosas: “Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios” (Mateo 5:9). ¿Y la Iglesia qué hizo? Guerra Santa, además de financiar otras guerras no tan santas.

También en Mateo, Jesús predica: “No se hagan tesoros en la tierra, donde la polilla y el gusano los echan a perder y donde los ladrones rompen el muro y roban.” (Mateo 6:19). ¿Y qué hizo la Iglesia? Forró templos con oro robado de América, y se armaron la Banca Vaticana.

Con respecto al hambre y la necesidad, dice Jesús en el Evangelio según San Marcos: “¿Nunca han leído ustedes lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron necesidad y sintieron hambre? Que entró en la Casa de Dios, en la época del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la ofrenda, que solo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a los que estaban con él” (Marcos 3:25) ¿Y qué hace la Iglesia? Deja morir de hambre a millones, mientras sus jerarcas viven en la opulencia y el lujo.

Otra vez en Marcos, Jesús dice: “¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen las riquezas!” (Marcos 10:23). Y más adelante sigue: “Es más fácil para un camello pasar por el ojo de la aguja, que para un rico entrar en el Reino de Dios” (Marcos 10:25). Sin palabras.

Bueno, suficiente.

Ahora es cuando yo me pregunto: “What went wrong?”. ¿Qué salió mal? ¿Qué fue lo que no entendieron? ¿Qué duda les quedó? Ah, yo no se ustedes, pero esto a mi me extraña sobremanera.

Ahora, si aceptan el desafío, les propongo a ustedes hacer su propia revisión de los Evangelios, si es que les gusta el ejercicio. Digo, pa que la próxima vez no nos tomen por estúpid@s.

2 comentarios:

Felix Obes dijo...

Nada salio mal.

Todo salio como planeado.

Por eso estan nadando en guita, porque es de lo que se trata la religion.

Mariana dijo...

Maximiliano: gracias por tu comentario.
Yo tiendo a creer lo mismo que vos, pero a veces no me termino de resignar...
Saludos