lunes, 5 de enero de 2009

Al mal tiempo... ¡Cara de culo!


Ta. Me cansé. Estoy harta. No aguanto más. ¡¿CUÁNDO CARAJO VA A PARAR DE LLOVER?!

Estoy pasada de lluvia. Todo es gris y mojado. Tengo pila de ropa para lavar. La ropa que lavo la tengo que secar en un radiador de aceite eléctrico (el radiador, no el aceite), que consume electricidad como loco (el contador está a punto de vomitar, de tanta vuelta).

No puedo más. Y además estoy de vacaciones, así que tampoco tengo nada para estudiar. Estudiar con un día como estos es aburrido, pero peor es tener que estudiar con un día de playa fabuloso, y eso de llevarse los libros a la playa nunca funcionó, no nos vamos a engañar (si a alguien le funcionó, por favor que pase la receta).

Ya le di trescientas vueltas a la TV cable, y la verdad es que encuentro poca cosa interesante, más allá de los problemas en la frontera Ecuador-Colombia (Nota: Uribe, los rehenes te los van a entregar el día del golero, gil, hijo de puta. La Betancourt se te va a morir en la selva de la hepatitis B. La verdad que te la pensaste bien antes de atacar, pedazo de nabo).

Pero bueno, para que no digan que soy pesimista ni que busco las cosas malas en todo, voy a hacer un racconto de las cosas que uno puede hacer cuando llueve “diluvialmente” (no se si existe esa palabra, pero es linda):

  • Empezar o terminar de leer ese libro al que siempre te costó entrarle. Yo ahora estoy terminando “El péndulo de Foucault” de Umberto Eco. Recuerdo que hace unos años y en una situación similar me leí “Rayuela” de Julio Cortázar, el cual había empezado a leer como quince veces y nunca entendía nada (con dieciséis años es difícil entender cualquier cosa). Igual hay libros a los que nunca pude entrarle ni con Coca-Cola, tipo “El Ser y la Nada” de Jean Paul Sartre.
  • Alquilarse alguna película de cine independiente, preferentemente rumano o iraní, de esas bien densitas que te dejan con la cabeza a mil, que las tenés que ver dos o tres veces para empezar a chaparle la onda (opa, metí terminología en desuso). Viéndola dos o tres veces ya tenés unas cuantas horas ocupadas. Yo podría recomendar “Memento”, pero no puedo porque tengo una condición que me impide retener recuerdos nuevos (los que vieron la película saben de qué hablo).
  • Alquilarse unas películas bien chotas, tipo “American Pie: Campamento de Bandas” y fomentar la autocomplacencia, pensando que a fin de cuentas, uno no está tan mal, digo yo.
  • Ordenar la biblioteca, pudiendo seguir diferentes criterios: por autor; por orden alfabético; por tema; por color de las tapas; por número de páginas; por año en que el libro fue adquirido, heredado, prestado, recibido como regalo; por ideología del autor; por estilo literario; por editorial; etc. Yo recomiendo los dos primeros criterios. Los otros dificultan el sucesivo hallazgo del libro buscado.
  • Mirar fotos viejas, y congratularse por no seguir cortándose el pelo como en los años 80 (una década nefasta para el cabello), ni por seguir usando esos enteritos que te hacían ver como embarazada (a pesar de ser hombre).
  • Aquellos que guardan recuerdos de ex novios/as (yo no soy una de ellos), pueden repasar las cartas de amor de las que fueron objeto y felicitarse por no seguir con esa persona. Yo recomiendo deshacerse de todo una vez terminada la relación, salvo la ropa que le hayan regalado a uno, porque de última, la ropa puede seguir usándose, salvo que ya no esté en condiciones o que a uno ya no le entre. Yo tenía un novio que me escribió tantas cartas que aún hoy, cinco años después de terminado el noviazgo, sigo encontrando cartas olvidadas en los cajones, y la verdad es que me alegro de haber terminado esa relación.
  • Ordenar el ropero y seleccionar la ropa que nos interesa de verdad. Esto es algo que me pasa a mí en particular: tengo pila de ropa que nunca usé y que probablemente nunca vaya a usar, porque es ropa super extravagante que me compro en las ferias americanas o en las tiendas de segunda mano, a precios irrisorios, y que nunca me animo a ponerme. Creo que lo mejor es darle esa ropa que uno nunca usa a alguien que lo necesite más (o algún amigo/a que sí se anime a usarla).
  • Hacer zapping en busca de algo interesante. Si usted tiene TV cable, esta actividad podrá ocuparle máximo hora, hora y media. Si usted no tiene TV cable, ese tiempo se verá reducido drásticamente a solamente diez minutos (se conocen casos en que el zapping ha durado doce minutos y cuerenta y tres segundos, pero es que los sujetos en cuestión habían quedado paralizados, casi apopléjicos, bajo el efecto narcótico de “Buscadores”).

Seguramente hay muchas otras actividades para aprovechar estos días asquerosos. Por ahora consigno éstas. Si alguien más se anima a recomendar algo, por favor, no dude en hacerlo. Su recomendación será bienvenida, más teniendo en cuenta que vamos a tener agua para varios días más. Todo culpa de Torraca y Vázquez Melo, la puta que los parió.

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