Y pasó otra vez. Otra vez mataron a un hincha. Otra vez alguien se creyó con derecho sobre otra vida solo por llevar puestos los colores del adversario.
¿Qué carajo les pasa? ¿Cómo es la historia? ¿De verdad ser hincha de uno u otro cuadro de fútbol es razón suficiente para matar o ser muerto?
Ya se que este tema de la violencia en el deporte está recontra trillado, pero es algo que me sigue sorprendiendo.
Y no me van a meter el verso de algunos periodistas deportivos que “la culpa de todo la tiene la droga”, como si cualquier sustancia por sí sola cometiera algún crimen. La verdad es que yo nunca vi a un porro robar la radio de un auto, y nunca vi una raya de merca asesinar a nadie.
Obviamente, como en cualquier otra problemática social, las causas no son unidireccionales; no hay un único causante de nada. Capaz que el consumo de drogas tiene alguna participación, pero en mi opinión, ésta es mínima.
Estamos hablando de que yo, por ser de Peñarol, por poner un ejemplo, estoy casi en una obligación moral de sentir el odio más destilado por Nacional y por todos sus parciales. Estamos hablando de que hoy o mañana, por llevar la camiseta de cualquier cuadro, me pueden matar, pueden terminar con mi vida así nomás. Y estamos hablando de la vida de la gente. Y no hablo de la vida como algo abstracto. Hablo de la vida en el sentido más neto, en un sentido biológico diría.
Yo no soy futbolera. En una época sí lo fui. Y después me di cuenta que ningún cuadro de fútbol vale la vida de nadie. Ningún cuadro de fútbol es “un sentimiento” ni “una pasión incontrolable” ni nada de esas estupideces de impúberes e imberbes.
La verdad, y lo digo sinceramente, no entiendo cómo hay gente que se apasiona de esa forma; cómo hay gente que sufre una final de un campeonato pedorro como si su vida o la de un ser querido estuviera en juego; cómo hay periodistas que dedican su vida a hablar únicamente de fútbol; cómo en cada informativo se pierden veinte o veinticinco minutos de aire hablando de goles y tarjetas rojas y tablas de puntajes y pases millonarios, siendo que el informativo dura una hora; y otro montón de cosas que sigo sin entender.
Lo que de verdad me enoja es cómo, los medios de comunicación principalmente, nos tienen tan cegados, tan narcotizados; cómo nos hacen creer que el fútbol tiene una importancia primordial en nuestras vidas. Y tanto nos hicieron creer ese cuento, y tan bien nos comimos la pastilla, que hay gente que está no solo dispuesta sino ávida de exterminar a los hinchas contrarios. No hay más que escuchar los cantos de las hinchadas, en los que se consignan, impune y orgullosamente, anteriores crímenes y futuras venganzas.
Yo no se ustedes, pero yo a eso lo conozco como fascimo: el odio al diferente, al que no es igual que yo, sea cual sea la diferencia. Es el mismo odio que nos ha llevado y nos lleva a los seres humanos a cometer los crímenes más aberrantes.
2 comentarios:
Vamos empeorando, como veo que has leído un montón de buenos autores, algunos de los cuales también he leído, te sugiero un libro: The Neurotic Personality of Our Time (1937) "La neurosis de nuestro tiempo", de una psicoterapeuta llamada Karen Horney; no es lectura para especialistas en el tema, es una obra para el entendimiento popular.
Vamos mejorando, veo que has hecho un descubrimiento que va a cambiar la historia de nuestro tiempo: Mariana es neurótica.
Chocolate por la noticia...
Y no sigo porque tendría que hacer un montón de chistes que solo los neuróticos concientes los entendemos.
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