lunes, 5 de enero de 2009

Perdónalos, Señor; no saben lo que hacen


El otro día, hace como un mes, un hombre del clero salió a hablar en los informativos en contra de la campaña de Presidencia de la República a favor del uso del preservativo como método anticonceptivo y como forma de prevención contra las enfermedades de transmisión sexual, principalmente el VIH-SIDA.

La campaña a la que se refería el señor es la que podemos ver en los ómnibus, por ejemplo, en la que aparecen representados pies de personas, en diferente número y posición, de manera que se sugiere una relación sexual entre los dueños de esos pies. El slogan de la campaña es bastante explícito: “Hacelo bien. Usá condón”.

Los argumentos en contra que planteaba el señor, eran básicamente, que la Presidencia de la República está fomentando el “libertinaje”, y además sostenía que lo que en realidad importa a la hora del contagio es la cantidad de relaciones sexuales que una persona tiene y con quién o quiénes, y no tanto si esa persona usa preservativo o no. Es decir, no importa si usás preservativo (mejor que no lo uses), lo que importa es que tengas relaciones según las prescripciones de la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana: dentro del matrimonio heterosexual y solo para procrear. Lo demás es pecado, ni Dios lo permita.

Y lo único que pude opinar al respecto en ese momento fue “¡Ay, ay, ay!

O sea, me parece increíble, realmente no puedo creer, que a esta altura de las circunstancias, todavía haya gente relativamente educada, gente que no se podría calificar como con deficiencias intelectuales severas o lo que sea, que le siga haciendo oídos sordos este tema. Que aprovechando la gran ignorancia que hay sobre el tema, sobre todo en la población joven (la más expuesta por la misma razón), sigan esparciendo esa ignorancia, utilizando conceptos erróneos y valiéndose más que nada de prejuicios (como en los mejores años de la Edad Media ¿no? ¡Ah! Ésos sí que eran buenos tiempos, ¿no, Cotugno? Ésas sí que eran épocas lindas, ¿eh? Cuando los quemábamos vivos a esos herejes blasfemos, ¿eh? Cuando los torturábamos hasta que pedían piedad...)

Acá lo importante es que lo único que hasta ahora nos protege del virus del SIDA es el uso del preservativo. No estoy diciendo nada nuevo, ¿no? Que yo sepa no hay vacuna contra el VIH, ¿o me equivoco? El otro método que funciona es la abstinencia total. Pero no podemos negar que es uno de los menos utilizados.

A mi no me interesa lo que hagan los cristianos con su vida sexual. No me interesa si tienen relaciones antes de casarse o no; o si usan métodos anticonceptivos o no; si lo hacen de a dos o de a tres o de a cien. Considero que sus opciones son tan respetables como las de cualquier otra persona.

Obviamente que no comparto y condeno ciertas prácticas sexuales como la paidofilia (sexo con niños). Que esto quede bien claro. Pero esas prácticas no tienen mucho que ver con el ejercicio de una sexualidad sana, sino que más bien se tratan de parafilias. Y de eso la Iglesia Católica, por ejemplo, sabe bastante. Sino pregúntenle al Padre Antelo, ese que salía los domingos de mañana en canal 4. O al Padre Grassi, en Argentina...

Yo pregunto: ¿ésta gente no se dio cuenta que vivimos en un Estado formalmente laico? Quiero decir, así como el Estado garantiza (o debería garantizar) el derecho de todas las personas a profesar cualquier fe, también tiene que garantizar los derechos de quienes no profesamos ninguna.

El Estado como tal debería velar por el bienestar de todos los habitantes del país. Y el Estado no puede ni debe decirle a nadie como ejercer su sexualidad. Pero ya que la epidemia de VIH no se va a detener por arte de magia, el Estado está en el deber de informar a la población sobre cómo evitar el contagio de VIH. ¿No se hace lo mismo con el dengue, por ejemplo?

Después, cada un@ verá si usa preservativo o no. Creo que cada un@ debe tener el derecho a disfrutar de su sexualidad de la manera que mejor le parezca. Cada un@ debe tener opciones, y las opciones tienen que estar ahí; y el Estado debe contemplar y proteger la diversidad de opciones.

Esta idea la tomo prestada de mi amigo Daritxo: la Iglesia tiene sus espacios para impartir su doctrina y sus valores: se llaman misa o catecismo, o cualquier otra instancia en que se transmita lo que ellos consideran que es valioso. Y el Estado les garantiza que sean libres de hacerlo, al menos formalmente.

Pero no vengan a tratar de confundirme por televisión abierta. Si uno tiene mala suerte y no se cuida, alcanza con una sola vez para contagiar o contagiarse el VIH. Y no importa si lo hago con un tipo o con una mina, o con cien tipos o con cien minas. O si lo hago de manera “normal”, “por adelante”, o si lo hago pecaminosamente “por atrás”.

Creo que todos tenemos derecho a profesar la religión que más nos guste y a vivir de acuerdo a sus valores, pero también tenemos derecho a no ser confundidos, a que se nos brinde toda la información necesaria, y a que no se nos juzgue por disfrutar de nuestra vida sexual como más nos guste y con quien más nos guste.

Si la Iglesia Católica está tratando de convertir a más gente, si está tratando de tener más fieles, yo me animo a decir que le están errando feo, y hace siglos que la vienen errando feo, feo. Me parece que la política de atraer fieles o nuevos conversos mediante la condena previa y el prejuicio, no es la mejor, digo yo. Por lo menos conmigo no funciona. Yo lo único que puedo decir es “Perdónalos, Señor; no saben lo que hacen”.

Hay que usar forro, gente. No importa si lo hacés con un hombre o con una mujer; no importa si lo hacés “como papá y mamá” o si tenés el doctorado en Kama Sutra. No importa. Porque si algo hay que reconocerle al VIH es que él no discrimina a nadie, es de lo más democrático y popular que hay. Y el preservativo, a diferencia de lo que dice la Iglesia Católica, si es bien usado y si no se rompe, no deja pasar el VIH.

La última y pa las mujeres que participan del blog: me parece que es hora que todas empecemos a llevar, nosotras también, algún preservativo en la cartera o donde sea. Porque a nosotras también nos gusta tener relaciones sexuales, ¿no? ¿O nos vamos a hacer las frígidas? Y a veces ellos no tienen condón, y no hay porqué suspender un momento agradable con alguien o arriesgarse a contagiarse alguna enfermedad de transmisión sexual o a quedar embarazadas sin quererlo solo por que el tipo no tiene forro. Una empieza el día y no sabe dónde lo va a terminar, ¿no? Mejor que termine bien, digo yo.

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