miércoles, 28 de enero de 2009

Elogio del SPM


Siempre creí que era un invento, una tara de mujeres reprimidas que vivían sus procesos fisiológicos naturales como impuros o vergonzantes, mujeres que somatizaban esas vergüenzas y esos pudores a través de síntomas físicos de variada índole. También pensaba que era una manifestación del leve retraso mental de algunos hombres machistas, que justificaban sus múltiples limitaciones a la hora de relacionarse con una mujer a través de la invocación de “esos días”.

Debo reconocer que yo escupía para arriba.


Por si alguien aún no se ha dado cuenta estoy hablando del síndrome pre-menstrual (SPM) y de la menstruación misma, así que si hay alguien leyendo esto a quien estos temas le resulten ofensivos de alguna manera; a quien no le interese en absoluto; o a quien, que una mujer hable o escriba libremente sobre estas cuestiones, le parezca la demostración más cabal de que al mundo le falta un tornillo (“que venga un mecánico”, como cantaba Gardel), que ya no hay valores ni moral, que la juventú está perdida y toda endrogada, se puede ir tranquilamente, sin necesidad de que siga leyendo y sin necesidad de comentar nada. Después no se aceptan reclamos.
Hecha esta aclaración, prosigo.

Pues bien, hasta hace un tiempito, yo no sufría de SPM. Como expliqué más arriba, incluso desconfiaba de su existencia. Hasta que, hace alrededor de dos años, me di cuenta que yo también lo padecía. Y me di cuenta porque me puse a llorar por una pavada que en cualquier otro día del mes me hubiera sido totalmente indiferente. Y ahí supe que eran las hormonas llorando (buen Dark Knight, si aún sigue leyendo, es bajo su propio riesgo).

Y la verdá que el SPM no es joda. Una anda toda hecha pelota, inflamada, dolorida, con cólicos, congestionada, una porquería. Y además una anda hiper-sensible, llorona, con la autoestima “felpudo”, insegura, reclamando aprobación, demandando mimos, pero a la vez clamando que nos dejen tranquilas y reprochando que nadie nos entiende, especialmente “los hombres”. Y a la vez es uno de los momentos del mes en que la libido está más alta, y es cuando más ganas tenemos de tener relaciones sexuales, lo cual a veces no es posible, o por lo menos incómodo, por razones varias. Bueno, esto es lo que le pasa generalmente a las mujeres que pasamos por el SPM; puede ser que no le pase a todas.

Además, con la cuestión de la menstruación se suscita un fenómeno por demás interesante: cuando varias mujeres viven juntas o pasan varias horas al día juntas, en el trabajo por ejemplo, sus ciclos menstruales tienden a “ajustarse”, de manera tal que sus menstruaciones llegan en la misma fecha, días más, días menos. Los y las que vivimos con más de una mujer sabemos cómo es eso. Los que no viven con mujeres imagínense tener a una fémina padeciendo los síntomas anteriormente consignados, y luego multiplíquenlo por dos o por tres o por el número que ustedes quieran y van a tener una pálida idea de lo que estoy hablando.

Algo que sí me molesta bastante es cuando una se encuentra en “esos días”, y debido a la incomprensión de los demás (generalmente hombres, pero no siempre), una se gana el adjetivo de “histérica”. A esos y esas ignorantes les voy a explicar una cosa, y presten mucha atención así no cometen este error nuevamente: la palabra “histérica” deriva de la palabra latina “hister”, que significa “útero”, y la verdá que yo no tengo la costumbre de sacarme el útero unos días y ponérmelo otros, por lo que soy histérica todos los días, desde que nací por lo menos y si es posible, hasta el día que me muera.*

Pero bueno, estos son puros berrinches de alguien que tiene la vida medianamente solucionada como para tener tiempo y ganas de pensar y escribir sobre estas cuestiones: un berretín burgués.

Y la verdá que prefiero y agradezco poder quejarme de estas cuestiones, antes que no saber lo que es una menstruación, como le pasa a muchas mujeres que empiezan a parir cuando aún son niñas y quedan embarazadas cada diez u once meses, hasta que el cuerpo les dice basta.

Así que: ¡Viva la menstruación! ¡Viva el SPM! ¡Salud a todas las histéricas!

Les dejo un video de Liliana Felipe, histérica orgullosa y genia total.






*
Parece que en psicología la palabra “histérica” tiene otras connotaciones, pero por motivos de conveniencia, y para que el artículo me quede bien, no las incluí. De última el blog es mío y escribo lo que quiero. Agradezcan que por lo menos les aviso que les estoy ocultando información. Eso en otros lados no sucede...

domingo, 11 de enero de 2009

Las Gracias otorgadas por el Sacrosanto Veto de San Tabaré el Altísimo


Dejé pasar algunas semanas, a ver si se tranquilizaba la cosa y si se me pasaba la indignación. Pero no, no se me pasó.

Pero el tiempo me dio la oportunidad de reflexionar, y esa reflexión ha iluminado mi conciencia y mi corazón, y una verdad me ha sido revelada.

Es así que, queridos feligreses, aquí les hago llegar las Tablas de la Gracia Infinita de San Tabaré el Altísimo, que a través de su Sacrosanto Veto guía nuestro camino, nos libra de todo mal y no nos deja caer en tentación. Como podrán apreciar, las Gracias están divididas según clase social, como para que no existan confusiones tanto en la Tierra como en el Cielo. Amen.

Para las pichis atorrantas de los cantegriles

Para la gente bian como una

El aborto es ilegal, y podés ser procesada vos, la vieja que te lo hace, la ramita de perejil y hasta el loro.

El aborto es ilegal, pero el médico titulado por la UdelaR, que vive en Pocitos o Punta Gorda, tiene suficiente guita como para sobornar a los jueces y las autoridades y que su clínica clandestina siga funcionando lo más campante.

Si todo funciona bien, si Dios y la Virgen quieren y si tenés suerte, la infección se te cura en unos pocos días. Eso si no hacés una sepsis y reventás como un sapo. Por las dudas prendé una vela.

Si todo funciona bien, al otro día ya podés ir a tomar el té con tus amigas, a jugar al scrabble, por no decir que te podés ir de shopping tranquilamente. Por las dudas pedí hora en la peluquería.

¿Y cómo que no querés tenerlo? Hubieras cerrado las piernas, entonces, atorranta… No terminaste la escuela y ya te andás revolcando por ahí… ¿Y qué me importa si no querés tener hijos con el Yeison porque te pega…?

Si, no, me imagino, un hijo ahora hubiera sido una calamidad… Todavía te quedan dar dos materias para recibirte en la Católica, y a tus papis le quedan tres cuotas de tu Mini Cooper… Y además andás mal con Humberto…

¿Te arrepentiste? ¿Te sentís culpable? Jodete y callate la boca, no vaya a ser que encima caigas en cana… Y de última, eso se arregla con otro hijo…

¿Te arrepentiste? ¿Te sentís culpable? Tengo el número de un psicólogo que es bárbaro… ¿Por qué no vas y hablas con él?


Nota de la autora: Lo de "pichi atorranta" y "gente bian" son meras estereotipaciones con el único fin de provocar algún tipo de reflexión en el/la lector/a. No representan en absoluto la forma de pensar de quien suscribe, y están hechas desde el humor, como el resto del artículo, si es que este tema se puede tomar con un poco de humor. Espero que los y las lectores/as entiendan el sarcasmo y la ironía; de otra forma, estamos frit@s. Salud.

lunes, 5 de enero de 2009

Matemáticamente, ¿tenemos chance?


Tengo una suerte bárbara. Mis amigos escriben artículos en sus blogs, e involuntariamente me brindan material para que yo escriba en el mío. Leyendo esta entrada del blog de mi amigo Daritxo, me quedé pensando en algo que me pareció interesante: el tema de las almas gemelas. Es cierto, Daritxo no habla nada sobre las almas gemelas, pero por alguna razón, mis pensamientos se desviaron por ese lado.

La cuestión es así: el concepto de “almas gemelas” es muy poético y esperanzador; se supone que cada un@ de nosotr@s tiene un alma gemela, una “media naranja”, un “amor de mi vida”, con el que vamos a vivir felices para siempre comiendo perdices (no en mi caso, prefiero las milanesas de soja). Hasta acá todo muy lindo.

Ahora, se plantean varios dilemas que podrían hacer al menos tambalear la creencia en la existencia de tal cosa.

Para empezar, si un@ no cree en la existencia del alma, no tiene sentido creer en la existencia de las almas gemelas. Pero supongamos que creemos en la positiva existencia de alma (ya lo veo al amigo Ptolmes arrancándose canas verdes).

El segundo problema que se plantea es encontrar a esa alma gemela, lo cual no es fácil. Según la Wikipedia, la superficie de la Tierra es de 510.065.284,702 km2 (igual pido que el amigo Ptolmes lo confirme). Sobre esa superficie convivimos alrededor de siete mil millones de almas, y esa cifra sigue en aumento. Así que ¿por qué cuernos mi alma gemela iba a vivir en el mismo barrio, o en la misma ciudad, o en el mismo país, o siquiera en el mismo continente que yo? Proporcionalmente, el alma gemela de la mayoría de nosotr@s tendría que ser la de un/a asiátic@. Esto sin tomar en cuenta la posible existencia de vida extraterrestre inteligente que pudiera a llegar a haber por ahí diseminada en el universo, y no nos vamos a poner xenofóbicos; ¿qué tiene un alma terrícola que no tenga una extraterrestre?

En tercer lugar, y suponiendo la afortunada casualidad de que un@ encuentre su alma gemela, estaría bueno que semejante hallazgo no pase inadvertido ante nuestros ojos. Y a veces un@ vive tan distraíd@ con asuntos mundanos…

También estaría bueno que esa persona que creemos nuestra alma gemela crea lo mismo de nosotr@s; es decir, que no crea que su alma gemela sea un/a tercer@, porque ahí el tema de comer perdices o milanesas de soja para siempre se entra a complicar… Si un@ cree fervientemente que su alma gemela es Fulan@, y resulta que viene Mengan@ a tratar de convencernos de lo contrario, y además se postula como nuestra única y verdadera alma gemela, difícilmente le creeremos. Digo difícilmente y no imposiblemente…

Pero bueno, todos estos son detalles menores. Tal vez algun@ de nosotr@s sea un@ de es@s poc@s afortunad@s que encuentran a su alma gemela y viven felices para siempre, y para muestra basta un botón…

Yo por ahora me conformo con vivir agradecidamente enamorada del que yo creo fervientemente es mi alma gemela, que no es poco, dadas las posibilidades…


De Zoster, culebrillas y malas palabras.


Todo empezó con una ronchita chiquitita en la panza, tirando para el lado derecho. Ni me preocupé; “me picó un bichito, o el perfume del jabón me dio alergia, nada de qué preocuparse”, pensé.

La cuestión es que la ronchita me picaba de vez en cuando, pero cuando me rascaba -cosa inevitable para mí, sobre todo porque rascarse es verdaderamente placentero- me dolía bastante.

Al otro día la ronchita se agrandó, y no solo eso: encontré nuevas ronchitas, o mejor dicho, nuevas ampollitas minúsculas, coloraditas, también en la panza y en la espalda, más o menos a la misma altura.

Le pregunté a mi suegra, que es doctora, a ver si tenía idea de qué podía ser eso (debo reconocer que las ventajas de tener un médico en la familia son numerosas, y no dudo en aprovecharlas). Me dijo que podía ser el “herpes Zoster”, a lo que yo, con mi nulo conocimiento en estas cuestiones, la quedé mirando con cara de “¿Y cuánto me queda?”. “La culebrilla. Se ve que andás con las defensas bajas...”, me dijo

La culebrilla. Y yo que pensaba que la vieja y querida culebrilla era un invento de las viejas y las curanderas que siempre decían “¡Que no se te junte la cola con la cabeza porque TE MORÍS!”. Igual, cuando me hablaban de la culebrilla, yo me imaginaba que la gente que la padecía tenía dentro de su organismo una especie de parásito largo y blancuzco, alimentándose de andá a saber qué fluidos o humores asquerosos, que se iba alargando hasta que le daba toda la vuelta y se le juntaban la cola y la cabeza.

Resulta que al final, y previo consejo de mi suegra, fui a ver al médico para que me dieran un retroviral o algo de eso, porque además aprendí que el tema del Zoster tiene algo que ver con la varicela que tuve a los catorce años, y que me contagié a propósito, pero ésa es otra historia…

El médico que me atendió era un muchacho joven que hablaba muy rápido, por lo que algunas cosas no le entendí. Ahora, durante la consulta se suscitó un pequeño diálogo, en la que surgió una palabra que yo nunca pensé que iba a escuchar de un médico en medio del ejercicio de su profesión (no me sorprendería escucharla, dicha por la misma persona, en ámbitos menos formales). Transcribo el diálogo:

Doctor: ¿Y te pica?

Yo: Sí, pero no mucho, en momentos puntuales, no me pica todo el tiempo…

Doctor: Ta, pero cuando te rascás te duele hasta el orto, ¿no?

Yo: …ejem ... eh... sí…

Y bueh, resulta que ando con las defensas bajas, producto del estrés de estos últimos días; el lunes tuve un examen y la verdad que lo pasé bastante mal, psicológicamente hablando, y por eso se me manifestó la culebrilla.

Ahora estoy tomando remedios cada seis horas y esas cosas, y de vez en cuando me rasco, y me duele hasta el orto…

La vida no es un carnaval.


¿No les ha pasado de encontrarse por la vida con alguna persona que siempre está contenta, que siempre parece estar feliz? A mi si.

Eso no sería tan grave. Está bueno que la gente sea feliz. No tengo nada contra eso.

Ahora, lo que me molesta es que hay algunas personas que siempre están contentas y que esperan lo mismo de uno.

Hablando con un amigo muy querido surgió la siguiente idea: la vida no es un carnaval, muy a pesar de Celia Cruz. A veces uno está triste o angustiado, y eso es perfectamente normal. Si no estuviéramos tristes de vez en cuando, seríamos una piedra, o no nos importaría nada, o tendríamos un problema de negación bastante importante.

De todas formas, creo que hay razones y razones para estar triste. En mi caso personal, creo que si mi cuadro preferido pierde una final, o si pierdo un examen, por citar algunos ejemplos, ésa no es razón suficiente para tirarme a llorar en una cama.

Pero hay otras razones mucho más fuertes para estar tristes. Razones que pueden encontrar su origen en cuestiones más o menos globales, como la miseria, la injusticia, la guerra; o en cuestiones más personales, como la muerte de un ser querido, el fracaso de una pareja, o el íntimo descubrimiento de la propia condición de mortal, que a pesar de ser algo bastante obvio, no es poca cosa.

Lo que he notado, y más de una vez, es que hay como una “campaña” en contra de algunos sentimientos como la tristeza; como que la tristeza tiene mala prensa. Pereciera que uno siempre tiene que estar bien, siempre tiene que estar feliz y contento. Como que uno no tiene derecho a estar triste, enojado, angustiado. Como que los únicos sentimientos que deberían tener cabida en nuestra vida son los “positivos”. Y esto es muy fácil de notar: hay que prender la tele. En las publicidades nunca vamos a ver a alguien triste; o como mucho, si hay alguien triste, deja de estarlo cuando compra el producto o servicio que se está publicitando. En las telenovelas, por ejemplo, a la heroína le toca vivir las mil y una, llora devastada por su amor, sufre las crueldades de la villana… pero al final termina casada con su verdadero amor, felices y comiendo perdices. O nomás cuando nos encontramos por la calle con algún conocido que, como saludo, nos pregunta “¿Todo bien?”.

¿Y qué pasaría si digo que no? ¿Qué pasaría si dijera que estoy triste, que no está todo bien? ¿Cómo reaccionaría esa persona? Hay que hacer el experimento.

Creo que tampoco se trata de ir por la vida quejándose y estando triste por todo. Calculo que cada uno de nosotros tiene algo en la vida por lo que estar contento, orgulloso, agradecido, y está bueno darse cuenta que uno tiene esas cosas. Y obviamente que cuando la tristeza pasa a ser depresión, lo más acertado es consultar con alguien que nos pueda ayudar.

Pero por lo demás, creo que es muy importante permitirse sentir todo y no sucumbir a la perpetua felicidad impuesta de afuera, como si todo estuviera bien, como si todo fuera color de rosa. Creo que todos los sentimientos son válidos; la cuestión es qué hacemos con esos sentimientos, cómo los manejamos.

Así que ya saben: no estoy triste, pero cuando lo esté, no me vengan a ofrecer pañuelos para que me seque las lágrimas. Déjenme estar triste y llorar tranquila.

[]

Oda a Peter Capusotto


Bueno, en realidad no es una oda, porque no tengo la menor idea de cómo escribir odas. Más bien es un humildísimo reconocimiento al trabajo que hace Diego Capusotto en su programa “Peter Capusotto y sus videos”. Para quienes aún no lo vieron, que a esta altura deben ser pocos, este programa se emite por Televisión Nacional (o Canal 5) los domingos a las 22:00 horas.

Es un programa divertidísimo, al menos para mí. Cultiva un humor casi absurdo, sin sentido, aunque no me parece para nada absurdo que sus personajes nos hagan reír. Los más sobresalientes, para mi gusto, son Pomelo, Juan Carlos Pelotudo, Bombita Rodríguez, Fabián Crema y Quiste Sebáceo, por no hablar del mismísimo Peter Capusotto, que hace las presentaciones de cada personaje. Un crá. La verdad que hacía pila que no me reía tanto con un programa de televisión.

Pero más allá de todos estos personajes tan graciosos, lo que hace este programa a través de los videos que emite (y de ahí su nombre), es acercarnos a un montón de bandas, grupos, músicos y afines generalmente desconocidos por la gran mayoría de la gente (entre la que me incluyo) y que están buenos de verdad. Y aunque no estuvieran buenos, aunque no nos gustaran, está buenísimo tener la oportunidad de conocerlos y poder decir “No me gusta, me parece una cagada” o “Ta, me voló la cabeza, me cambió la vida. Después de haber visto y escuchado a esta banda me puedo morir feliz”.

Y además, creo que es la primera vez en muuuuuucho tiempo (en relidad no se si no es la primera vez en la historia) que estos tipos de bandas, estos músicos y sus composiciones tienen un lugar en la televisión abierta de este país. Ayer nomás, pasaron a Patti Smith y Sumo, por nombrar a dos de los más conocidos.

Y no me importa si el programa es argentino. Es bueno, difunde mucha música desconocida para la mayoría, hace un trabajo cultural importantísimo, muy a pesar de muchos nacionalistas chotos que andan por ahí diciendo que nada bueno puede venir de Argentina, que su televisión es una mierda y que “los porteños bla, bla, bla”. A ésos debo recordarles que el programa de Tinelli es el más visto en Uruguay. Eso no quiere decir que sea bueno ni nada por el estilo; solo quiere decir que hay gente que lo mira, y tal vez más gente de lo que nos gustaría admitir…

Nada más. Mis congratulaciones, si alguna vez le llegan, para Capusotto, Diego o Peter, no se dónde está la línea divisoria...

What went wrong?


Para empezar debo aclarar que no tengo formación religiosa alguna, pero por cuestiones sociales y geográficas que no es necesario explicar demasiado, la religión que tengo más a mano es la de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Mis padres son ateos y nunca me inculcaron ninguna creencia, nunca fui bautizada, nunca fui a catecismo, y todo lo que sé sobre esta religión (que no debe ser mucho, por supuesto) lo aprendí hablando con gente que profesa esta fe, hablando con gente que no profesa esta fe pero que sabe kilos, leyendo e investigando por mi cuenta. Así que no ofrezco ninguna garantía, y todo aquel que quiera refutar alguna de mis proposiciones, será bienvenido.

En estos últimos días he estado releyendo los Evangelios, intercalándolos con “Huckleberry Finn”, “La Duquesa de Malfi”, “Rayuela” “Ode to the West Wind” y alguna otra cosa.

Todo muy lindo. La vida de Jesús, agitada, interesante, digna del Hijo de Dios. Sus enseñanzas, discutibles unas, compartibles otras.

A partir de esta línea, le voy a pedir al lector no cristiano que aplique la Gran Coleridge: “that willing suspension of disbelief”. El lector no cristiano deberá suspender su descreimiento, reprimir su sentido crítico, contener su razón, aceptar y creerse por lo menos hasta el final del artículo que Jesús realmente existió, que enseñó y que fue un hombre muy importante para la historia de la humanidad, más allá de su condición mortal o divina, que no vamos a discutir aquí (parece que eso ya se discutió hace como mil setecientos años, en Nicea).

¿Listo? ¿Somos todos creyentes? ¿Estamos todos seguros de la existencia de Jesús? Tenemos que estar todos seguros, sino el resto del artículo se me va al carajo. Bueno, muy bien. Continuemos.

Como venía diciendo, Jesús tuvo una vida bastante agitada. Nacido de refugiados en Belén, a los pocos días ya lo venían a visitar unos supuestos reyes, trayéndole regalos carísimos. A los trece años ya andaba enseñándoles a los sacerdotes de la época (mojándoles la oreja, bah), anunciando la Buena Nueva. Veinte años más tarde, y después de haberse caminado unos cuantos kilómetros (sobre el agua, incluso) era crucificado por los soldados romanos, con la anuencia de los sacerdotes del pueblo judío y previa lavada de manos de Pilatos. De todas formas, no me interesa centrarme en el episodio de la crucifixión. Ya lo hizo Mel Gibson, y le salió sangrientamente bien.

Lo que sí me interesa son las enseñanzas de Jesús, y cómo mierda hizo la Iglesia Católica Apostólica Romana (y algunas de las protestantes) para hacer todo lo contrario de lo que su Mesías enseñó como lo bueno y lo verdadero, y seguir llamándose seguidores de Jesús.

Por ejemplo, en el Evangelio según San Mateo, en las Bienaventuranzas, Jesús dice, entre otras cosas: “Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios” (Mateo 5:9). ¿Y la Iglesia qué hizo? Guerra Santa, además de financiar otras guerras no tan santas.

También en Mateo, Jesús predica: “No se hagan tesoros en la tierra, donde la polilla y el gusano los echan a perder y donde los ladrones rompen el muro y roban.” (Mateo 6:19). ¿Y qué hizo la Iglesia? Forró templos con oro robado de América, y se armaron la Banca Vaticana.

Con respecto al hambre y la necesidad, dice Jesús en el Evangelio según San Marcos: “¿Nunca han leído ustedes lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron necesidad y sintieron hambre? Que entró en la Casa de Dios, en la época del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la ofrenda, que solo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a los que estaban con él” (Marcos 3:25) ¿Y qué hace la Iglesia? Deja morir de hambre a millones, mientras sus jerarcas viven en la opulencia y el lujo.

Otra vez en Marcos, Jesús dice: “¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen las riquezas!” (Marcos 10:23). Y más adelante sigue: “Es más fácil para un camello pasar por el ojo de la aguja, que para un rico entrar en el Reino de Dios” (Marcos 10:25). Sin palabras.

Bueno, suficiente.

Ahora es cuando yo me pregunto: “What went wrong?”. ¿Qué salió mal? ¿Qué fue lo que no entendieron? ¿Qué duda les quedó? Ah, yo no se ustedes, pero esto a mi me extraña sobremanera.

Ahora, si aceptan el desafío, les propongo a ustedes hacer su propia revisión de los Evangelios, si es que les gusta el ejercicio. Digo, pa que la próxima vez no nos tomen por estúpid@s.

Wanda Nara quiere un Mercedes


Voy a hacer un experimento. Voy a comprobar si el año que hice en Ciencias de la Comunicación sirvió para algo, si aprendí algo. Voy a hacer lo que hacen todos los medios de comunicación: voy a desviar la atención del público.

Primero, y como habrás visto, “lector desprevenido”, he elegido un título que llame bien la atención.

Listo, ya capté tu atención.

A continuación procederé a distraer tu atención de las cuestiones más o menos importantes que abruman tu día a día: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Me dará el gasoil para llegar hasta ahí? ¿Qué hay después de la muerte? ¿Existe un más allá? ¿Qué ruta me conviene para llegar? ¿Hay vida en Egipto? ¿Lennon o McCartney? ¿Lennin o McCarthy? Y una larga lista de etcéteras.

Te preguntarás cómo voy a hacer para distraer tu atención, siendo que eres una persona tan inteligente, leída, crítica e informada.

Muy fácil: te voy a dar para leer cualquier noticia chota:

Wanda Nara quiere un Mercedes

La vedette pasa sus días de embarazo en la casa que tiene junto a su marido Maxi López en Moscú y como está cansada de salir de shopping, ahora elige sus futuras compras por catálogo. El futbolista por supuesto le concede todos los antojos.

Wanda Nara y Maxi López se casaron meses atrás en Argentina y luego partieron rumbo a Moscú en donde el futbolista está desarrollando su carrera.

La vedette, que va de vez en cuando a Buenos Aires a visitar a sus padres, decidió que no piensa trabajar hasta después del parto, y es por eso que le dedica mucho tiempo a sus antojos y pasa el tiempo pensando que nuevo chiche le puede pedir a su marido.

Días atrás, mirando una revista en su casa, porque ya no sale de shopping sino que elige lo que quiere comprar por catálogo, la rubia vio un auto que le encantó y decidió instantáneamente que quería uno igualito al de la foto.

Cuando llegó Maxi, su reciente esposa le comentó cuál era su nuevo antojo. Wanda había elegido una coupé Mercedes Benz SLR McLaren, uno de los autos más caros del mundo.

Como no podía ser de otra manera, Maxi dijo “Sí, mi amor” y comenzó las averiguaciones para encargarlo, al parecer el auto es tan exclusivo que se compra sólo por catálogo. (primiciasya.com)

Ya está. Ya leíste la noticia. No hay vuelta atrás. Por al menos unos minutos tu atención estuvo distraída de las cosas realmente importantes de la vida y quedó captada por esta noticia acerca de los caprichos de Wanda Nara.

Ah… ya me siento toda una mujer de los medios, una Blanca Rodríguez, una Rosario Castillo. Qué placer. Es como un cosquilleo en la panza, en las manos, en los pies… Ah no, eso del cosquilleo en las extremidades me asusta un poco…

¿Me estaré por morir? ¿Cómo y cuándo me voy a morir? ¿Hay vida después de la muerte? ¿Reencarnaré en alguna alimaña o en un ser humano? ¿O me iré al cielo? ¿O al infierno? ¿Hay videt en los baños del más allá o es como cuando uno se va de camping? ¿Serán muy caros los alquileres?

Puta madre. No hay caso. Estoy abrumada por la duda.

¿Que Wanda Nara qué? Pero andate a la puta que te parió…

Culo solidario


Estos últimos días he estado en obra. He estado ayudando a acondicionar la nueva casa de mi pareja antes de que se mude, lijando, pintando, ensuciándome, limpiándome con aguarrás (que te destroza la piel), ensuciándome de vuelta, y así.

Y en estos días se me ha revelado, cual llama que ilumina mi conciencia, una verdad inobjetable.

Durante prácticamente toda mi existencia conciente ha habido una pregunta, una cuestión que me ha intrigado grandemente: ¿por qué cornos a los plomeros, electricistas, obreros, pintores y afines se les ve el culo cuando están agachados o de rodillas durante la realización de sus diversos menesteres? ¿Es que no se dan cuenta? ¿Es que no les importa? ¿Es que han perdido todo rastro de vergüenza? ¿Es que no han superado la etapa anal exibicionista?

Nada de eso.

La verdad que he comprendido en estos días es que esta infamia es inevitable.

Es humanamente inevitable e imposible mantener los pantalones en una posición tal que cuando un@ se agacha no se asome, tímida o escandalosamente, lo que alguien ha dado en llamar “la sonrisa vertical”.

Es imposible.

Durante la última semana he subido mi pantalón al menos unas cien veces, y se ha vuelto a caer otras tantas veces más. Durante la última semana he llevado mi pantalón casi a la altura de mi cintura, lo cual es bastante incómodo, teniendo en cuenta que el pantalón en cuestión es de tiro medio (no quiero ni pensar qué hubiera pasado si fuera de tiro bajo). Durante la última semana he ajustado mi cinturón decenas de veces, hasta casi cortar la circulación de mi sangre.

El resultado: el pantalón siempre se volvió a bajar. Siempre. Todas y cada una de las veces. Todas y cada una de las veces terminé luciendo al menos unos centímetros de mi “sonrisa vertical”, para escándalo mío y divertimento de las demás personas que me acompañaban en esta empresa, entre ellas, mi pareja.

Es por eso que hoy hago llegar mi solidaridad a todos esos obreros, plomeros, electricistas, pintores y demás que se han dado por vencidos y han resignado toda esperanza de resguardar su privacidad del resto del mundo. Yo estoy con ustedes. Yo comprendo vuestra desazón. Yo comparto vuestra decisión de no luchar contra algo que es mucho más grande y poderoso que un@ mism@.

¡Arriba las rayas de los culos del mundo!

¡No nos moverán!

¡Los culos unidos jamás serán vencidos!

¡Por autonomía y cogobierno de todas las sonrisas verticales!

¡Anarquía es orden, y que a un@ se le vea el culo cuando pinta agachad@ es inevitable!

¡Salud!

Otra cosa: ojalá el mío fuera tan lindo como el de la muchacha de la foto...Si así fuera, ya estaría yo haciendo fortunas en "Mostrando el Culo por un Sueño".

El berretín burgués llevado a canción



Alejandro Dolina dice (o hace decir a uno de sus personajes de los "Radiocines") que "es un prejuicio burgués el que uno tenga que elegir". Me pareció que esta canción de Liliana Felipe lleva ese prejuicio a su máxima expresión, de manera muy graciosa, pero también denunciado una realidad terrible. Espero que les guste. Más abajo está el video.

Tienes que decidir

Tienes que decidir
Quién prefieres que te mate:
Un comando terrorista
O tu propio gobierno para salvarte
Del comando terrorista

Tienes que decidir
Qué prefieres que te mate:
La pobreza, la miseria,
El Tratado de Libre Comercio
O el programa contra el hambre

Ya se acabó aquel tiempo
En que decidían
Cómo nos mataban
Y sin preguntarnos siquiera
Por pura cortesía
Si era nuestro deseo
El de fenecer
Como los mosquitos
Al amanecer
O morirnos de sed

Ya nos mataron de tantas maneras
Ya nos cansamos de ir al panteón
Ya no sabemos si somos civiles,
Rehenes, vampiros o simples mortales
Pero de tanto morirnos
Al menos nos hamos ganado el derecho de decidir
Cómo queremos morir

Tienes que decidir
Cómo prefieres morir:
De hambre natural
De asco terminal
De pago de Predial
Ahorcada con tu chal
Debiendo un dineral
Cruzando de ilegal

Ya se acabó aquel tiempo
En que decidían
Cómo nos mataban
Y sin preguntarnos siquiera
Por pura cortesía
Si era nuestro deseo
El de fenecer
Como los mosquitos
Al amanecer
O morirnos de sed

Ya nos mataron de tantas maneras
Ya nos cansamos de ir al panteón
Ya no sabemos si somos civiles,
Rehenes, vampiros o simples mortales
Pero de tanto morirnos
Al menos nos hamos ganado el derecho de decidir
Cómo queremos morir





La Noche de los Recuerdos de la Vergüenza


Se viene el 24 de agosto. El mítico 24 de agosto. “La Noche de la Nostalgia”, “La Noche de los Recuerdos”.

Y ya que por estas fechas nos acordamos de tantas estupideces y nos vienen nostalgias por cualquier canción chota que escuchamos en la radio, hoy quiero acordarme de otra cosa.

Un 24 de agosto de 1994, hace tan solo 14 años, morían a manos de la represión policial Fernando Morroni y Roberto Facal.

Morían por manifestarse pacíficamente, como otros tantos miles de personas, hombres, mujeres, gurisas, gurises, niñas y niños, y como otros tantos cientos de personas que resultaron heridas.

Morían por defender el derecho de tres ciudadanos vascos a recibir asilo político en nuestro país, así como otros miles de compatriotas recibieron asilo allá, cuando el Estado terrorista los obligó a irse.

Morían a manos de un Estado aún terrorista, a pesar que hacía ya diez años que el Uruguay era “democrático”.

Morían jóvenes.

Morían peleando por un mundo un poco más justo.

Morían injustamente en la masacre de Jacinto Vera, en la masacre del Filtro.

Murieron, y hasta hoy los responsables de sus muertes siguen impunes.

Hasta hace por lo menos dos años, tres de los mayores responsables de la masacre estaban ocupando cargos de jerarquía en las fuerzas policiales uruguayas, habiendo sido promovidos a esos cargos por el gobierno “progresista”, y habiendo incluso sido procesados por sus responsabilidades en la masacre.

Esto por no nombrar al en ese entonces presidente, Luis Alberto Lacalle, quién dio las órdenes a su Ministro del Interior, Ángel María Gianola para desatar la represión.

Andan todos libres caminando por la calle, haciendo política, dando órdenes, sin vergüenza, con la soberbia del impune.

Y aunque en esa fecha yo solo tenía 9 años, los 24 de agosto me da por acordarme de estas cosas.

Porque yo no olvido.

Ni perdono.

No aprobado, 1


Este es un típico berretín burgués. El otro día di un examen y lo perdí. Y aunque yo se que el fallo fue justo, yo siempre tengo una esperanza, allá muy en el fondo, lo que me hace por lo menos dudar inconcientemente de la justicia del fallo.

Detesto los exámenes. Detesto la idea de tener que dar exámenes. Detesto estar todo el día ahí sentada, esperando a entrar a dar el oral. Detesto pasar todo el día con ganas de bañarme, cansada, con hambre, con sed, etc. Detesto estar nerviosa todo el día, dándome cuenta de todas las cosas que no se, por la razón que sea (o porque me las rifé, o porque las estudié y nunca las entendí, etc.). Detesto tener que aguantar a algun@s “compañer@s” haciendo alarde de tooooodo lo que saben, metiéndose todo el tiempo en conversaciones ajenas, dando opiniones a troche y moche, como si a alguien le interesara lo que opinan sobre la problemática del País Vasco, o el incremento de los casos de anorexia entre las mujeres negras sudafricanas desde 1994 coincidiendo con el final del Appartheid, o cualquier otro tema.

En realidad lo que más detesto es esa concepción que existe en algunas instituciones educativas de este país de que un@ va a demostrar su conocimiento a través de la respuesta a algunas preguntas elegidas de manera totalmente arbitraria por un tribunal de “notables”, o a través del desarrollo de un tema particular, también seleccionado por estos “notables”.

El mecanismo de los exámenes es de una perversión tal que a veces me asusta. En esta lógica, los estudiantes somos concebidos como maquinitas de estudiar, aprender, y salvar exámenes: “Si estudiás, vas a salvar”.

¡Mentira! He visto decenas de veces cómo algunos de mis compañer@s se rompen el alma estudiando durante meses, yendo a profesores particulares, recursando materias y un montón de cosas más, y pierden el examen como si nada.

No, como si nada no. Lo que pasa es que justo ese día se sentía mal, o se había peleado con el/la novi@, o había dormido mal, o estaba contracturad@, o tenía laringitis y no podía hablar, o…

Pero ta, todo eso no importa, porque “si estudiás, vas a salvar”.

Ta, obviamente que perder un examen no es ni por lejos lo peor que te puede pasar en la vida. Esto es algo que yo me repito y le repito a mis compañer@s incansablemente durante las largas horas de espera: “¿Qué es lo peor que nos puede pasar? Perderlo y tener que darlo de nuevo. Nada más. No nos jugamos la vida, ni la vida de un ser querido, ni nada. Es un examen, nada más.” Y de esa forma fomentamos la autocomplacencia y se nos exacerba la neurosis. Lo bueno es que la mayoría somos neuróticos (chiste neurótico). Igual siempre salta algun@ con el típico “Si, pero si lo perdés, te afecta la escolaridad y bla bla bla…” ¡Pero la puta que te parió!

Y bueno, ta. Me tenía que descargar. Tenía que hacer mi declaración de principios en contra de los perversos exámenes que la hacen pasar tan mal a una. No hay derecho, a dónde iremos a parar, bla bla bla...

Sarita, la pervertida.


Ta, lo voy a confesar. El otro día miré “Tenemos que hablar”, el programa de “debate” o “discusión” que se transmite por canal 4; ése que lo conduce la rubia con la voz más insoportablemente chillona del mundo, Sara Perrone. Y es como una confesión porque yo ya se que mirar ese programa me hace mal, que es perjudicial para mi salud mental, que es como un viaje de ida como la pasta base, etc., pero el tema me interesaba.

No, en realidad el tema no me interesaba demasiado, porque yo ya tengo una opinión formada sobre ese tema que difícilmente vaya a cambiar. Lo que me interesaba era escuchar qué decían los eruditos del programa sobre el tema en cuestión: “El sexo libre, ¿es una perversión?”

Lo que me sorprendió es que en el programa participaba un montón de gente, con diferentes opiniones y puntos de vista, desde distintas realidades, de diferentes profesiones, etc., pero no hubo ni un sexólogo ni un psicólogo que explicara lo que es una perversión.

Pervertir: (Del lat. pervertere).

1. tr. Viciar con malas doctrinas o ejemplos las costumbres, la fe, el gusto, etc. U. t. c. prnl.

2. tr. Perturbar el orden o estado de las cosas.

Esta es la definición de la Real Academia Española. En sexología y psicología, según tengo entendido (y pido ayuda a alguien que sepa más), las “perversiones” tienen más que ver con las parafilias, con las “desviaciones sexuales” (también definición de la Real Academia).

Cito algunas parafilias (las que más me llamaron la atención, porque nunca se me hubieran ocurrido, o porque me parecieron graciosas, etc.) del “Diccionario de Perversiones y Parafilias” (www.deperu.com/miscelanea/perversiones-parafilias.html):

Abasiofilia: La excitación sexual sólo se produce cuando la pareja es coja.

Amiquesis: Excitación sexual al rascar a la pareja durante el acto sexual.

Anofelorastia: Excitación al profanar objetos considerados sagrados.

Barosmia: Excitación por el olfato.

Choreofilia: Excitación sexual al bailar.

Dendrofilia: Cuando la excitación sólo se produce al frotarse contra los árboles.

Dorafilia: Excitación sexual al tocar pieles animales, sintéticas o de cualquier otro tipo.

Electrofilia (electrocutofilia): La excitación sólo se produce al usar suaves choques eléctricos durante la práctica sexual.

Emetofilia: Excitación sexual proveniente del acto de vomitar.

Flatofilia: Excitación proveniente del olor de los gases intestinales propios o de la pareja.

Formicofilia: Excitación sexual al reptar de insectos o animales pequeños (hormigas, caracoles, gusanos, etc.) sobre los genitales.

Gomfipotismo: Excitación provocada por los dientes.

Hemotigolagnia: Atracción sexual por los tampones usados.

Hierofilia: Atracción sexual por las cruces.

Keraunofilia: Placer sexual por los rayos y truenos.

Misofilia: Atracción sexual por la ropa sucia.

Nosolagnia: Excitación proveniente de saber que la pareja tiene una enfermedad terminal.

Pediofilia: Atracción sexual por las muñecas.

Xenofilia: La excitación sólo se produce ante parejas de distintos países.

Hasta acá todo bárbaro. Se entiende que una “perversión” o una “desviación sexual” se produce cuando la persona en cuestión se excita con cosas o situaciones que aparentemente “no deberían” producir excitación sexual. Y digo “no deberían” porque todo esto puede ser muy discutible. Desde mi punto de vista personal, creo que cualquier práctica sexual consentida entre adultos y que no dañe la integridad física, moral, emocional o psicológica de terceros es perfectamente respetable. Todo lo demás responde a criterios de “normalidad” o “anormalidad” que a mí por lo menos me disgusta definir. Pero ta, es una opinión personal y que no tiene un basamento científico, por eso pido, nuevamente, la ayuda de alguien más letrado en estas cuestiones. Lo que sí no encontré en este diccionario y en otros que consulté fue una acepción para la supuesta perversión llamada “sexo libre”.

Volviendo al programa en cuestión, debo decir que me dio mucha rabia la forma en que se planteó y se discutió el tema. El hecho de no consultar a un psicólogo o a un sexólogo evidencia una falta de interés real por la cuestión en debate, y sí un interés perverso (bien vale la palabra) por la polémica barata de peluquería de barrio.

La definición que se daba en este programa de “sexo libre” era más bien vaga, si no inexistente. Se comparaba esta práctica (si es que se la puede llamar así) con el sexo pre-matrimonial o con la utilización de diversos artefactos con fines eróticos, como vibradores, lencería, etc.

Creo que para empezar habría estado bueno definir, si es que se puede definir científicamente, qué es el “sexo libre” y según quién, porque para empezar, lo que para unos es libertad para otros puede ser libertinaje y para otros un juego de niños.

Para seguir creo que es de cajón que en estas cuestiones se debería consultar a alguien más entendido en el tema, más teniendo en cuenta que hoy en día la disciplina de la sexología está tan en boga. Probablemente sí se haya consultado a un profesional, pero lo más probable es que este profesional les haya explicado lo que realmente es una perversión, lo que debe haber sido un disgusto para la producción del mentado programa, ya que la explicación invalidaba toda posterior discusión sobre si el sexo libre es o no una perversión, y se quedaban sin tema para discutir, ni Dios lo permita, tener que ponerme a pensar de vuelta a ver qué chotada discutimos esta semana...

Obviamente que estas son todas conjeturas mías, pero es que me llamó poderosamente la atención la falta de un “testimonio” (ya que se usa tanto esta palabra en este tipo de programas) de un profesional en la materia.

Los medios de comunicación de masas son formadores de opinión, vaya descubrimiento el mío. Cuando se hace una manipulación tan descarada de la información como en este caso se está formando una opinión en la audiencia, para bien o para mal. Aparte que la discusión se parece más a un puterío de gallinero que a un debate serio sobre cuestiones interesantes, de dónde no se puede sacar nada en limpio.

Más allá de las opiniones vertidas por los participantes, con las que se puede discrepar o estar de acuerdo, este programa transmite una moral y unos valores que yo calificaría al menos de retrógrados, por no decir fascistas, ya que la palabra suele herir susceptibilidades.

Porque se habla de libertad como si fuera una perversión. Y nada más alejado. La libertad, al menos en este tema, pasa por elegir lo que a uno más le guste y vivir de acuerdo a esa elección, sin hacer daño a otros. Tener sexo antes del matrimonio o no, usar “juguetes” o no, hacerlo solamente con tu cónyuge y para el resto de tu vida o hacerlo con todas las personas que te venga en gana, siempre con consentimiento mutuo, etc., son todas opciones dentro de la libertad individual inherente a estas cuestiones.

Porque, como ya dijo alguien, “la libertad es libre”. Yo agregaría que no debería ser lo “perverso” o “anormal”.

La hilacha.


Durante estas últimas dos semanas he estado siguiendo, a través de este portal, el tema del crimen de Pamela Silva, la nena de 11 años que fue brutalmente asesinada en Maldonado. Casi todos los días entraba en el portal y veía la ya conocida foto de Pamela, leía las noticias en torno al caso (que muchas veces eran escalofriantes y otras contradictorias y poco claras) y los comentarios de los demás usuarios.

En primer lugar debo hacer una puntualización: repudio en un cien por ciento lo que le pasó a esta nena. Calculo que esto no es raro; creo que a la mayoría de nosotros nos debe estrujar el alma saber lo que vivió Pamela esa noche y durante el tiempo que fue abusada y/o prostituida (esto todavía no está claro, al menos para mí). Y también me estruja el alma saber que muchas otras personas deben estar pasando por lo mismo, sin que nadie se entere. Por lo tanto, no creo ser original en mis sentimientos hacia todo esto.

Ahora, lo que me alarma sobremanera son algunos comentarios que han dejado algunos usuarios de este portal. Comentarios del tipo “Pena de muerte ya para estos monstruos por método de tortura”, o “Hay que mandarlos a todos para Tacuarembó” (haciendo referencia al caso de linchamiento de un preso en la cárcel de aquel departamento, por parte de otros presos y de dos carceleros, por un crimen similar), o “Justicia por mano propia para estos hijos de puta”, o “Sr. Juez, entregue a este hijo de puta al pueblo para que se haga justicia”, etc.

Vuelvo a decirlo: lo que le pasó a Pamela es deplorable, y los responsables de esto son unos hijos de puta con todas las letras. La verdad es que a mí no me cabe en la cabeza cómo alguien puede hacer este tipo de cosas; creo que nadie en su sano juicio podría llegar a hacer una cosa de éstas. Pero claro, se ve que los involucrados no estaban en su sano juicio, obviamente.

Pero que haya gente que exija la pena de muerte para estos individuos es algo que me preocupa profundamente, más allá que estoy totalmente en contra de la pena de muerte.

Yo no soy madre, así que obviamente no puedo saber qué se siente cuando a un hijo le pasan este tipo de cosas. Pero me lo puedo llegar a imaginar, creo. Puedo llegar a imaginar la rabia, el dolor, la impotencia, el asco, el espanto. Creo que no hace falta ser madre para sentir de esta forma cuando ocurre este tipo de hechos. Creo que lo único que hace falta es no ser indiferente.

La cuestión pasa por otro lado, me parece. Considero que la cuestión es que estas personas que plantearon sus exigencias tan vehementemente y con una rabia y un dolor que considero totalmente legítimos, no se han puesto a pensar en las verdaderas implicancias de lo que exigen. Lo que implican para ellos mismos.

Porque, yo me pregunto, ¿cuál es la diferencia entre esta gente y los presos de Tacuarembó, que hicieron justicia por mano propia? ¿Qué los hace diferentes? ¿Solamente que unos están presos y otros no?

Estos usuarios no se dan cuentan que a través de su expresión de deseo se están igualando a los presos de Tacuarembó; son tan o más crueles y sanguinarios que los presos de Tacuarembó. Están exigiendo que la Justicia debe ser ésa practicada en Tacuarembó, sin darse cuenta que son ellos mismos los que han mandado presos a estos hombres, por los motivos que sean. No se dan cuenta que son su Justicia, sus Leyes, sus Jueces los que deciden que estos hombres estén presos. Entonces, por un lado, merecen estar confinados, en condiciones infrahumanas, y por otro lado, son los superhéroes del momento, dignos de reverencia. Un razonamiento del tipo "Se los mandamos para allá y que se maten entre ellos; nosotros que somos gente de bien no nos vamos a ensuciar las manos..." Contradicciones del sistema, que le dicen.

Me parece que, como en muchos otros aspectos de la vida en sociedad, acá hay un fuertísimo componente de hipocresía. Somos súper civilizados, hasta que nos sale la bestia de adentro; confiamos y somos orgullosos de nuestra Justicia, hasta que los que quiebran las leyes pasan a ser motivo de orgullo; nos vanagloriamos de nuestra supuesta tradición de respeto a los derechos humanos, hasta que mostramos la hilacha.

No se, estas son apenas una reflexiones. No es un tema agotado ni mucho menos. Apreciaré los comentarios al respecto.

Una última puntualización, y si hay algún abogado o alguien en vías de serlo por la vuelta capaz que me puede ayudar: el Estado uruguayo ha ratificado algunos acuerdos internacionales (no estoy segura cuáles, por eso pido ayuda de algún leguleyo) que impiden que un Estado que haya abolido la pena de muerte, como es el caso de Uruguay, vuelva a implementarla. De lo contrario esto acarrearía sanciones internacionales. De vuelta, si hay alguien que sepa más de esto, no dude en explicarlo.