Estos últimos días he tenido la oportunidad de ver, de a pedazos, algunos capítulos de la nueva telenovela de Canal 10, llamada “Victoria”. Durante mis años liceales, mis profesoras de Literatura me enseñaron a prestarle especial atención a los nombres de los personajes de las obras que analizábamos, y más si estos nombres formaban parte del título de la obra, pues parece que el nombre del personaje nos puede decir mucho sobre ese personaje, sobre su personalidad*.
Así, más allá de su significado estricto, un nombre en el cual predominan las vocales y las consonantes de sonido “suave” (por ejemplo, “Alicia” o “Luciano”) indican una personalidad tendiente a la suavidad, la ternura, lo liviano, lo etéreo, lo lúdico, etc.; mientras que los nombres en los cuales predominan las consonantes (como “Fernanda” o “Bruno”) revelan una personalidad más terrenal, práctica, fuerte, severa y dramática.
Eso es lo que decían mis profesoras, y yo debo decir que concuerdo bastante. Sobre todo porque mis profes no eran ningunas taradas, y más que nada porque las obras que analizábamos en el liceo estaban escritas por unos tipos que tampoco eran ningunos tarados, sino que más bien andaban volando.
Claro, cuando me encontré con el aviso publicitario de esta telenovela, que dice que es “la revancha de las mujeres”, en lo primero que pensé fue en su título. Me pareció más que obvio que el tipo que escribió este guión eligió ese nombre por motivos evidentes: es el nombre de la protagonista y además su significado es bastante claro.
Así que ta, en un brote feminista de lo más naïve, me dije “¡Opa, ésta va a estar buenísima! ¡Por fin una novela en la que la protagonista no es una pobre desharrapada que se enamora de su hermoso, sensible, caritativo y rico patrón! ¡Por fin una novela en la que la protagonista es una mujer fuerte, independiente, libre, pero a la vez amorosa, tierna, afectuosa con sus seres amados! ¡Una mujer completa por sí misma, que no necesita de un hombre para ser!” y bla, bla, bla.
A veces soy tan crédula, por no decir que soy flor de naba.
La cuestión es así (por si hay alguien más inteligente que yo que no haya cedido a la tentación): una mujer madura, después de 25 años de matrimonio y tres hijos, se entera que su marido le es infiel, y por si fuera poco la tercera en discordia es bastante más joven. Ahí se desencadena el drama de esta señora: “que sí, que no, que si la dejás, que si te dejo, que si me dejás, que qué van a decir de mí mis hijos y mi distinguido entorno social, que si me divorcio, que si te vas te irás solo una vez, que qué caro que está el boniato y estas hortensias de mierda que no me quieren dar flor…”
Y además de todo, esta mujer tiene tres hijos (dos gurisas y un botija) con sus propios problemas; una madre que es una yegua castradora; un ex marido imbancable; y como si no fuera suficiente, un muchacho veinte años menor que le arrastra el ala.
Y es en este último punto** en donde yo tenía puestas mis más ingenuas esperanzas. Porque si esta es “la revancha de las mujeres”, yo estaba esperando que a la primera de cambio Victoria se pegara una revolcada con el pendejo y que dieran rienda suelta a su lujuria y sus más bajos instintos.
Pero no. Resulta que me engañaron vilmente. O esta no es “la revancha de las de las mujeres”, o los autores no tienen muy claro lo que significa la palabra “revancha”***, o Victoria es una pacata reprimida, que tiene a flor de churro adelante y se hace la frígida, no vaya a ser cosa que el tipo piense que una tiene el sí fácil, o que una es una loca descocada que le gustan “esas cosas”.
Victoria: ¡me tenés podrida! ¡El guacho muere de amor por vos! ¡No te hagas la cosa que a vos también te gusta! Me cacho, gente grande y con tantas pavadas…
Flaco favor nos hacen estas novelas que ponen a estas mujeres como ejemplo de mujeres liberadas y qué se yo... Con decirte que Sor Juana Inés de la Cruz es mucho mejor ejemplo…
*No sé si los personajes de una obra literaria pueden tener personalidad en el sentido psicoanalítico del término. No lo dudo; simplemente no lo sé.
**Si yo fuera Dolina, y Rolón me preguntara “¿Cuál?”, yo le respondería “Éste, el veinte años menor…”
***Según la Real Academia Española, “revancha” significa “desquite”.