En una entrevista en particular, el periodista de Canal 10 una vez más, y como si no hubiera sido suficiente con todas las veces que Cotugno se ha expresado al respecto, le preguntó su opinión acerca de una posible despenalización del aborto en la próximo período de gobierno.
Más allá de que yo en lo personal esté a favor de la despenalización del aborto y de que desprecie a Cotugno, me gustaría hacer referencia a algunas apreciaciones que hizo este buen señor con respecto a la Democracia en general y a la uruguaya en particular. Aviso que estas apreciaciones no han hecho más que acrecentar mi desprecio por esta persona.
El tipo dijo algo así (y si alguien más lo vio le pido que me corrija si le estoy errando): “La Democracia es maravillosa. Pero no es la fuente de la verdad ni de los Derechos Humanos. Un tuerto ve más que mil ciegos, y esos mil ciegos no pueden decidir sobre qué esta bien y qué está mal.” Todo dicho con su particular acento (¿Italia del Norte, tal vez?).
No es mi intención en este artículo discutir sobre la conveniencia o no de la despenalización del aborto, ya que ya lo hemos hecho en otras oportunidades. De todas formas estoy abierta a la discusión si fuera necesario.
Lo que me interesa es prestar atención a la idea de Democracia que postula Cotugno. Para eso pueden vichar la definición de Democracia de la Real Academia Española o en la Wikipedia; digo, si todavía queda algún despistado que no se enteró de lo que es la Democracia.
Pues bien, según la metáfora de don Nicolás, el Pueblo, quien ejerce la soberanía (en lo ideal al menos), está conformado básicamente por una manga de “ciegos” (nosotr@s) que no pueden ver ni decidir qué está bien y qué está mal.
A mi me parece que a don Nicolás se le chispotea, se le olvida que gracias al Pueblo organizado democráticamente en un Estado laico, él y todas las personas tienen (en lo formal, al menos) el derecho a profesar su fe o a no profesar ninguna, a reunirse y realizar sus ritos, a vivir como cristianos, judíos, musulmanes, umbandistas, budistas, taoístas, etc., sin ser perseguidos, sin ser discriminados. Eso es lo que hemos elegido los ciegos, sabiendo que es lo mejor que tenemos pero con la convicción de que puede y debe ser perfectible, o al menos mejorable.
Ahora, siguiendo con la metáfora de Monseñor, ¿quién es el tuerto? ¿Es acaso Dios? ¿La Iglesia Católica Apostólica Romana? ¿Él mismo?
Si es Dios, se les va todo el cuento de la perfección al carajo, por varios motivos, pero especialmente por lo de “tuerto”. Y si Dios nos hizo a su imagen y semejanza, ¿Por qué no somos todos tuertos, entonces?
Si es la Iglesia Católica, bueh… ¿Qué se puede decir de una institución que patrocinó el Santo Oficio? ¿Qué se puede decir de una institución cuyo máximo jerarca en la Tierra es un ex nazi?
Si es él mismo, me parece que se pasó de soberbia. Ojito Nicolás, que si de casualidad estás adjudicándote esas superioridades sobre el resto de los mortales, va a venir un señor muy malo y te va a llevar para que ardas en el tercer círculo, si es que no te vas derechito a la Dirección, con el mismísimo Director, don Lucifer…
No sé a ustedes, pero a mí, los comentarios de esta persona me sonaron a justificación de la monarquía absoluta, o de cualquier régimen autoritario. Me parece una macana que los medios de comunicación se le dé espacio a este tipo de apreciaciones. Me dirán que como esta es una Democracia ese espacio es válido. Pero yo creo que en una verdadera Democracia los medios deberían dar lugar a quiénes tenemos ideas opuestas a las postuladas por Monseñor, pero la verdad es que no vi ninguna entrevista de ese tipo.
Debe ser que esta no es una verdadera Democracia.
Por eso escribo esto. Tal vez sirva de algo; probablemente no sirva para nada. Pero no me molesta intentarlo.
Más allá de que yo en lo personal esté a favor de la despenalización del aborto y de que desprecie a Cotugno, me gustaría hacer referencia a algunas apreciaciones que hizo este buen señor con respecto a la Democracia en general y a la uruguaya en particular. Aviso que estas apreciaciones no han hecho más que acrecentar mi desprecio por esta persona.
El tipo dijo algo así (y si alguien más lo vio le pido que me corrija si le estoy errando): “La Democracia es maravillosa. Pero no es la fuente de la verdad ni de los Derechos Humanos. Un tuerto ve más que mil ciegos, y esos mil ciegos no pueden decidir sobre qué esta bien y qué está mal.” Todo dicho con su particular acento (¿Italia del Norte, tal vez?).
No es mi intención en este artículo discutir sobre la conveniencia o no de la despenalización del aborto, ya que ya lo hemos hecho en otras oportunidades. De todas formas estoy abierta a la discusión si fuera necesario.
Lo que me interesa es prestar atención a la idea de Democracia que postula Cotugno. Para eso pueden vichar la definición de Democracia de la Real Academia Española o en la Wikipedia; digo, si todavía queda algún despistado que no se enteró de lo que es la Democracia.
Pues bien, según la metáfora de don Nicolás, el Pueblo, quien ejerce la soberanía (en lo ideal al menos), está conformado básicamente por una manga de “ciegos” (nosotr@s) que no pueden ver ni decidir qué está bien y qué está mal.
A mi me parece que a don Nicolás se le chispotea, se le olvida que gracias al Pueblo organizado democráticamente en un Estado laico, él y todas las personas tienen (en lo formal, al menos) el derecho a profesar su fe o a no profesar ninguna, a reunirse y realizar sus ritos, a vivir como cristianos, judíos, musulmanes, umbandistas, budistas, taoístas, etc., sin ser perseguidos, sin ser discriminados. Eso es lo que hemos elegido los ciegos, sabiendo que es lo mejor que tenemos pero con la convicción de que puede y debe ser perfectible, o al menos mejorable.
Ahora, siguiendo con la metáfora de Monseñor, ¿quién es el tuerto? ¿Es acaso Dios? ¿La Iglesia Católica Apostólica Romana? ¿Él mismo?
Si es Dios, se les va todo el cuento de la perfección al carajo, por varios motivos, pero especialmente por lo de “tuerto”. Y si Dios nos hizo a su imagen y semejanza, ¿Por qué no somos todos tuertos, entonces?
Si es la Iglesia Católica, bueh… ¿Qué se puede decir de una institución que patrocinó el Santo Oficio? ¿Qué se puede decir de una institución cuyo máximo jerarca en la Tierra es un ex nazi?
Si es él mismo, me parece que se pasó de soberbia. Ojito Nicolás, que si de casualidad estás adjudicándote esas superioridades sobre el resto de los mortales, va a venir un señor muy malo y te va a llevar para que ardas en el tercer círculo, si es que no te vas derechito a la Dirección, con el mismísimo Director, don Lucifer…
No sé a ustedes, pero a mí, los comentarios de esta persona me sonaron a justificación de la monarquía absoluta, o de cualquier régimen autoritario. Me parece una macana que los medios de comunicación se le dé espacio a este tipo de apreciaciones. Me dirán que como esta es una Democracia ese espacio es válido. Pero yo creo que en una verdadera Democracia los medios deberían dar lugar a quiénes tenemos ideas opuestas a las postuladas por Monseñor, pero la verdad es que no vi ninguna entrevista de ese tipo.
Debe ser que esta no es una verdadera Democracia.
Por eso escribo esto. Tal vez sirva de algo; probablemente no sirva para nada. Pero no me molesta intentarlo.